El Cuento como Recurso Integrador
El Cuento como Recurso Integrador:
Pensar el Cuento como Recurso Integrador, es pensar la narración y la lectura como punto de unión en un imaginario simbólico desprendido de lo Real. La lectura es diálogo, interlocución entre el autor y el lector, proceso continuo y de tensión constante entre ambos debido al posicionamiento activo que adopta el lector (acuerdos, desacuerdos con el texto), en interacción recíproca.
El Cuento no acosa, da libertad, entra a lo más íntimo del sujeto a través de la imagen y de la palabra que, por retroacción llega a lo más profundo del psiquismo, a su constitución misma operando en el lugar del sentido, proponiendo un vacío como posibilidad frente al lleno de la imagen especular .
¿Por qué habría de ser integrado un niño a la situación escolar? ¿Qué lo deja fuera del sistema? Es que ¿alguna vez estuvo dentro?
Tomo el bullying como modelo de expulsión para referirme al tema, y me valdré del cuento: ·¿y dónde está ornicar?” ( otros, ej: “La ñina Bonita” como cuento integrador, “Abuela Tejedora”) como recurso para desarrollar mi hipótesis.
Bullying es un término inglés cuyo significado es hostigamiento, acoso, maltrato verbal o físico, discriminación. Olweus lo define como “la exposición de un alumno repetidamente y durante un tiempo determinado a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”. Por acciones negativas alude a: intención de hacer daño verbal, físico, de modo gestual o incluso por omisión (exclusión de alguien dentro del grupo), siendo una condición importante el desequilibro de fuerzas tanto psicológicas como físicas, es decir, una relación de poder de uno sobre otro.
En todo grupo encontramos, por lo menos, un niño que sufre de acoso escolar y, por lo menos, un acosador, un chivo expiatorio y un líder negativo. Este problema se vio incrementado en los últimos diez años, disminuyendo en cambio, las agresiones físicas cuando aumenta la edad pero intensificando las agresiones verbales.
La falta de implicación de los docentes cuando plantean que son cosas de niños o que se arreglarán entre ellos, lo mismo que los padres, hace que el problema se agrave viéndose más perjudicado de este modo el niño cuanto más pequeño es (en edad). Cabe aclarar que la conciencia de los padres del acosador frente al problema es menor: hablan poco con sus hijos sobre el tema.
Nos interesa tanto el acosado como el acosador, ya que ambos están insertos en lo que llamamos “ relación de violencia ” : la falta de recursos simbólicos que les atañe a ambos; el acosado sufre pasivamente la violencia de su compañero (existiendo los llamados víctimas y los provocadores) y el acosador también sufre violencia, pero de su familia, transformando pasivo en activo; reacciona (con un compañero) activamente, lo padecido en silencio en su casa por agresión directa de su familia, en forma verbal o física, u opera por identificación a los goces de la pareja parental.
Los padres del acosador tienen, entre sí y con el niño, un déficit del registro simbólico; cuando no hay posibilidad de paso a la palabra, sabemos, se pasa a los hechos, al acto.
Si bien el deseo es el deseo del Otro, podríamos pensar que le produce al sujeto la pasividad de su compañero: “¿otra vez sopa?” dicen los niños, cuando ya no pueden más con el repetitivo cotidiano de todos los días lo mismo: peleas entre los padres/agresiones entre ellos y hacia los niños/ castigos verbales y corporales/desdibujamiento de la función paterna/falta de límites.
¿Es que acaso el Cuento se introduce de otra forma en la vida de alguien que no sea por la palabra de la Madre? Es la Madre quien comienza armando e inventando un Cuento para el bebé desde los primeros momentos de vida, significándolo, palabreriándolo, cantándole canciones de cuna que le fueran cantadas, frases que le arman a ese ser desprovisto que viene al mundo ya inserto por las palabras del deseo de la madre y que recibirá el baño del lenguaje desde el primer instante. Juego, Cuento, Palabra, Sueño y Lectura arman una cadena que le ayudarán a entender la vida y sus valores.
Si la función paterna hace marco, si la lectura está del lado de esa función, pensamos entonces la lectura y el cuento como algo que produce una ligazón en lo intrafamiliar, entre el niño y el Otro, entre el niño y los padres, entre el niño y la cultura.
La lectura se ha pensado desde hace años como un medio de conocimiento.
¿Por qué no pensar entonces que el cuento, desde su alto valor educativo, preventivo y curativo puede ayudar a alguien a integrarse en un grupo, se encuentre del lado del agresor o del agredido?

El Cuento como Recurso Integrador:
Pensar el Cuento como Recurso Integrador, es pensar la narración y la lectura como punto de unión en un imaginario simbólico desprendido de lo Real. La lectura es diálogo, interlocución entre el autor y el lector, proceso continuo y de tensión constante entre ambos debido al posicionamiento activo que adopta el lector (acuerdos, desacuerdos con el texto), en interacción recíproca.
El Cuento no acosa, da libertad, entra a lo más íntimo del sujeto a través de la imagen y de la palabra que, por retroacción llega a lo más profundo del psiquismo, a su constitución misma operando en el lugar del sentido, proponiendo un vacío como posibilidad frente al lleno de la imagen especular .
¿Por qué habría de ser integrado un niño a la situación escolar? ¿Qué lo deja fuera del sistema? Es que ¿alguna vez estuvo dentro?
Tomo el bullying como modelo de expulsión para referirme al tema, y me valdré del cuento: ·¿y dónde está ornicar?” ( otros, ej: “La ñina Bonita” como cuento integrador, “Abuela Tejedora”) como recurso para desarrollar mi hipótesis.
Bullying es un término inglés cuyo significado es hostigamiento, acoso, maltrato verbal o físico, discriminación. Olweus lo define como “la exposición de un alumno repetidamente y durante un tiempo determinado a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”. Por acciones negativas alude a: intención de hacer daño verbal, físico, de modo gestual o incluso por omisión (exclusión de alguien dentro del grupo), siendo una condición importante el desequilibro de fuerzas tanto psicológicas como físicas, es decir, una relación de poder de uno sobre otro.
En todo grupo encontramos, por lo menos, un niño que sufre de acoso escolar y, por lo menos, un acosador, un chivo expiatorio y un líder negativo. Este problema se vio incrementado en los últimos diez años, disminuyendo en cambio, las agresiones físicas cuando aumenta la edad pero intensificando las agresiones verbales.
La falta de implicación de los docentes cuando plantean que son cosas de niños o que se arreglarán entre ellos, lo mismo que los padres, hace que el problema se agrave viéndose más perjudicado de este modo el niño cuanto más pequeño es (en edad). Cabe aclarar que la conciencia de los padres del acosador frente al problema es menor: hablan poco con sus hijos sobre el tema.
Nos interesa tanto el acosado como el acosador, ya que ambos están insertos en lo que llamamos “ relación de violencia ” : la falta de recursos simbólicos que les atañe a ambos; el acosado sufre pasivamente la violencia de su compañero (existiendo los llamados víctimas y los provocadores) y el acosador también sufre violencia, pero de su familia, transformando pasivo en activo; reacciona (con un compañero) activamente, lo padecido en silencio en su casa por agresión directa de su familia, en forma verbal o física, u opera por identificación a los goces de la pareja parental.
Los padres del acosador tienen, entre sí y con el niño, un déficit del registro simbólico; cuando no hay posibilidad de paso a la palabra, sabemos, se pasa a los hechos, al acto.
Si bien el deseo es el deseo del Otro, podríamos pensar que le produce al sujeto la pasividad de su compañero: “¿otra vez sopa?” dicen los niños, cuando ya no pueden más con el repetitivo cotidiano de todos los días lo mismo: peleas entre los padres/agresiones entre ellos y hacia los niños/ castigos verbales y corporales/desdibujamiento de la función paterna/falta de límites.
¿Es que acaso el Cuento se introduce de otra forma en la vida de alguien que no sea por la palabra de la Madre? Es la Madre quien comienza armando e inventando un Cuento para el bebé desde los primeros momentos de vida, significándolo, palabreriándolo, cantándole canciones de cuna que le fueran cantadas, frases que le arman a ese ser desprovisto que viene al mundo ya inserto por las palabras del deseo de la madre y que recibirá el baño del lenguaje desde el primer instante. Juego, Cuento, Palabra, Sueño y Lectura arman una cadena que le ayudarán a entender la vida y sus valores.
Si la función paterna hace marco, si la lectura está del lado de esa función, pensamos entonces la lectura y el cuento como algo que produce una ligazón en lo intrafamiliar, entre el niño y el Otro, entre el niño y los padres, entre el niño y la cultura.
La lectura se ha pensado desde hace años como un medio de conocimiento.
¿Por qué no pensar entonces que el cuento, desde su alto valor educativo, preventivo y curativo puede ayudar a alguien a integrarse en un grupo, se encuentre del lado del agresor o del agredido?
Espero que este escrito les puedad ayudar , sobretodo desde lo psicodinamico. No olviden que cualquier comentario es bienvenido.
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