Las raíces evolutivas de la xenofobia humana
Macacos rhesus. (Foto: Yale U.)
Los resultados de la nueva investigación sugieren que las distinciones que hacemos los humanos entre los miembros de nuestro grupo (nación, raza, religión...) y los ajenos al mismo, y por lo tanto las raíces de la xenofobia humana, pueden remontarse a por lo menos 25 millones de años atrás, cuando aún existía un ancestro común a los seres humanos y a los monos macacos rhesus.
La mala noticia es que la tendencia a rechazar a los individuos de fuera del grupo parece ser evolutivamente muy antigua, y por lo tanto la xenofobia podría ser una lacra menos fácil de eliminar de lo que nos gustaría pensar, tal como apunta Santos.
La buena noticia es que incluso los monos parecen ser flexibles en cuanto a quién consideran miembro del grupo. Al forastero marginado se le va aceptando poco a poco hasta que ya es parte del grupo. Si los seres humanos podemos encontrar la manera de aprovechar esta flexibilidad innata, eso podría ayudarnos a reducir las actitudes xenófobas.
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