domingo, 1 de mayo de 2011

PROBLEMAS CON LA AUTOESTIMA

PROBLEMAS CON LA AUTOESTIMA

Cuando el amor a sí mismo no es correspondido
 

La autoestima ese registro a la vez tan íntimo y tan dependiente de los
otros es examinada con detalles por el autor de esta nota: Por
autoestima entendemos esa autoevaluación que expresa
aprobación/desaprobación. La autoestima, como un sitio web, alguna vez estuvo
en construcción, cada tanto es actualizada y está siempre on line, a menos que
se tilde.


 Por Luis Hornstein
La autoestima es una experiencia íntima: es lo que pienso y lo que siento sobre
mí mismo, no lo que piensa o siente alguna otra persona acerca de mí. Mi
familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme, y aun así cabe la posibilidad de
que yo no me ame. Mis compañeros de trabajo pueden admirarme y aun así yo me
veo como alguien insignificante. Puedo proyectar una imagen de seguridad y
aplomo que engañe a todo el mundo y aun así temblar por mis sentimientos de
insuficiencia. Puedo satisfacer las expectativas de otros y aun así fracasar en
mi propia vida. Puedo ganar todos los honores y aun así sentir que no he
conseguido nada. Millones de personas pueden admirarme y aun así me levanto
cada mañana con un doloroso sentimiento de fraude y un vacío interno.
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Todas las personas, aun las menos dadas a la introspección y a observar a los
demás, tienen idea de lo que es la autoestima. En la autoestima participan no
sólo sentimientos, sino también pensamientos y actitudes. Por autoestima
entendemos esa autoevaluación que expresa aprobación/desaprobación. La
autoestima, como un sitio web, alguna vez estuvo en construcción, cada tanto es
actualizada y está siempre on line, a menos que se tilde.
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La autoestima es fuente de motivación. Permite afrontar situaciones adversas,
porque posibilita la cicatrización rápida de las afrentas al amor propio. Todo
fracaso es, desde el punto de vista emocional, doloroso. Cuando alguien se dice
indiferente al fracaso, bravuconea. Así pues, el bravucón apela a la negación
para no sentir miedo, pues el fracaso da miedo: implica una disminución de
nuestras posesiones materiales o anímicas.
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La autoestima incluye facetas que tienen cierta autonomía. Es posible tener una
buena autoestima en el terreno intelectual que contrasta con una frágil en lo
afectivo. Puede variar en distintos planos: laboral, afectivo, intelectual,
corporal, sexual. Es probable que un éxito o un fracaso en un sector tenga
consecuencias en los otros. Es difícil que ciertas heridas narcisistas no
irradien sobre otros planos. Por suerte, también irradian los logros.
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Mientras leo un libro, de algún modo lo relaciono con otros libros y con una
idea mía de cómo debe ser un buen texto. Mientras alguien se percibe a sí
mismo, sucede algo parecido. Pero con la autoestima sucede que lo percibido
el propio sujeto es casi igual al perceptor.
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Los celos implican miedo. Miedo a perder una relación o un lugar privilegiado o
exclusivo. Los celosos nunca disfrutan de su alegría: se limitan a vigilarla.
André Comte-Sponville señala: El envidioso querría poseer lo que no
tiene y otro posee; el celoso quiere poseer él solo lo que cree que le
pertenece.Los celos patológicos se basan en una concepción errónea de
lo que es una relación afectiva, tanto si es amorosa como de amistad. Esos
celos parten de una concepción primitiva: amar consistiría en poseer, y
aceptar el amor de un celoso o celosa sería aceptar la sumisión a su
posesividad.¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado, cuando
cuento sólo estamos vos y yo juntos, pero cuando miro adelante por el camino
blanco, siempre hay otros caminando a tu lado (T. S. Elliot, La tierra
baldía).
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Todos los bebés son prematuros. El cachorro humano es el más dependiente, tal
vez porque no tiene que aprender a volar y cazar por su cuenta, sino que debe
incorporar el mundo cultural, que se transmite por el habla y la escritura. La
prematurez del niño, su indefensión, origina un apego duradero a los primeros
objetos de amor, un deseo de fusión nunca saciado. En todo adulto perdura ese
bebé prematuro que aspira a la unión total con el otro. Georges Bataille lo
dice a propósito del erotismo. Cada ser es único, irrepetible; su nacimiento,
su muerte y los acontecimientos de su vida interesan e implican a otros, pero se
nace y se muere solo. Entre un ser y otro hay un abismo, que el erotismo tiende
a anular.
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Las personas con baja autoestima parecen mansas, pero son muy quisquillosas. No
soportan la crítica que les hace peligrar lo que tienen; en eso se parecen a
los soberbios.
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El síndrome del impostor puede ser crónico en sujetos con baja
autoestima, quienes suelen pensar que no están a la altura del reconocimiento
logrado. Padecen una ansiedad permanente en el cumplimiento de sus tareas. Esta
ansiedad los expone a estados depresivos aun a pesar de éxitos notables. Su
incomodidad ante el éxito se basa en que éste les produce disonancia
cognitiva, producto de la contradicción entre la idea que tienen de sí
mismos y la mirada de los otros. Si bien necesitan los logros, les temen porque
los colocan ante una enorme exigencia.
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Una baja autoestima tiene aspectos beneficiosos, porque la modestia favorece que
aceptemos a los demás y sus puntos de vista. Por el contrario, una elevada
autoestima puede hacer que el sujeto no escuche las informaciones del entorno y,
si bien soporta mejor los fracasos, los atribuye a causas ajenas a él. Para
evitar cuestionamientos, suelen rodearse de halagadores, lo que puede
conducirlos a perder contacto con la realidad, fomentando actitudes
omnipotentes.
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El infantilismo y la victimización son dos modos de la irresponsabilidad. Hay
quien posa de superado, de despreocupado, cuando en realidad es un inmaduro
perpetuo. Hay quien está tan por encima de la culpa que llega a autoproclamarse
mártir. Legítima es la necesidad de protección: otra cosa es pretender, ya
adultos, los privilegios del niño. El infantilismo combina una exigencia de
seguridad con una avidez sin límites, y a la vez evita cualquier obligación.
No renuncia a nada. No importa si el petróleo se agota, si el calentamiento
global aumenta: soy un niño. La autovictimización es la tendencia a concebirse
según el modelo de los damnificados; convertirse en inimputable. Pero defender
mi autoestima, mi libertad, no equivale a colocar a los demás en estado de
deudores respecto de mí.
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Traté mal a un amigo o al empleado que me atendió en el banco. No debiera, me
digo, ir por el mundo atropellando a los demás. Siento un malestar. ¿Culpa o
vergüenza? En la culpa, incide mi autocrítica; puede saldarse mediante un
pedido de disculpa. En la vergüenza está en juego el qué dirán: qué dirán
los otros y, también, qué diré yo de mí. A veces la vergüenza nace de mi
propia mirada. No soy lo que esperaba. Incluso cuando nace de la mirada del
otro, se arraiga en lo más íntimo. Es difícil de asir. Pertenece a la
dimensión del ser, mientras que la culpa pertenece a la dimensión del hacer.
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La vergüenza devora las raíces de la autoestima en forma más corrosiva que la
culpa. Puede amenazar o destruir la confianza. La otra cara de la vergüenza es
el orgullo, propio de una autoestima lograda. Freud relacionó culpa y
vergüenza: la culpa se genera cuando se transgreden las restricciones impuestas
por el superyó, mientras que la vergüenza deriva de una distancia con el
ideal. La vergüenza se diferencia de la culpa en que no se trata de una falta a
propósito de un acto, sino de una mirada ante la cual la persona deja de ser
digna.
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La vergüenza es producto de un psiquismo congelado; la soberbia, de un
psiquismo impostado. La vergüenza inhibe la capacidad de acción y de
imaginación. La soberbia encubre la vergüenza mediante la construcción de una
imagen excepcional, única y omnipotente. La vergüenza es un sentimiento social
Robinson Crusoe, en su isla, no presenta vergüenza. Concierne a
aquello que constituye al sujeto como miembro de una sociedad, afirmando su
singularidad y su pertenencia. Confronta al sujeto con la mirada del otro. Esta
mirada puede obligar a hacer concesiones para mantener un vínculo con los
otros. La vergüenza evita que el sujeto se separe de ciertas normas y valores
propias de su grupo. Expresa conflictos en una sociedad que excluye a algunos de
sus miembros. La vergüenza es índice del deseo de pertenecer a un grupo sin
ser reconocido por él.

Fragmentos de Autoestima e identidad. Narcisismo y valores sociales, que
distribuye en estos días el Fondo de Cultura Económica.


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Carlos Iñón
Psicólogo Clínico
Consultorio en Parque Chacabuco - Caba
Adolescentes - Adultos - Parejas - Familias
Prof. en Psicología
Psicólogo Social - Educador Sexual

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